VIERNES SANTO 2010 (1)

Fotografía: M. Manzano.
Fotografía: M. Manzano. Fotografía: M. Manzano.
Fotografía: M. Manzano.
TODA ALMERÍA ACUDIÓ AL ENTIERRO
La capital honra al Salvador con tres cofradías para ofrecerle un entierro acorde a su magnificencia
04.04.10 - 01:57 -
JOSÉ LEYVA CUESTA
“El Cristo Yacente fue acompañado por todos estamentos religiosos, civiles y militares”
Jesús ha muerto. Sus discípulos han sido rápidos y, para evitar las obligaciones del Sabbat, trasladan el cuerpo sin vida del Mesías la noche del Viernes Santo. Tras depositar sus restos mortales en el Santo Sepulcro, los íntimos del Señor regresan a Jerusalén evitando a los sanedritas. La Virgen, rota por siete Dolores, camina tras el grupo en total Soledad.
Almería honra al Salvador con tres cofradías para ofrecerle un entierro acorde a su magnificencia mientras que el pueblo, desolado por la noticia, lo único que puede hacer es salir a la calle y acompañar al sepelio.
Viernes Santo, noche para reflexionar sobre el amor de Dios y su infinita bondad. Si Él es capaz de sacrificar a un hijo para salvar a los demás y luego le brinda a éste la gloria de la Resurrección ¿Por qué seguimos despreciándole?
No podía ser de otra manera, Almería se preparaba para dar sepultura a Jesucristo y hasta el cielo se cerraba de grises nubes que contuvieron sus lágrimas. Eran las siete y media de la tarde y, tal y como estaba anunciado, el cortejo que había de guiarnos hasta el santo Sepulcro salía de San Pedro abriéndose paso entre los miles de almerienses que colapsaban Ricardos y la Plaza de San Pedro.
La Cruz de Guía, presidida por la Cruz de Jerusalén, abría la comitiva que desfilaba en un silencio abismal roto solamente por el tañido de una campanilla tocando a duelo. Negros penitentes salían del templo ante la atenta mirada del pueblo que aguardaba la salida del primero de los dos pasos de la hermandad.
Sonó la campana. Manuel Ceregido, martillo en mano, ordenó a los hombres de trono echarse el peso de su penitencia al hombro y comenzar a mecerse para encarar la puerta del templo y sacar el Sepulcro a la calle. El paso, de grandes dimensiones y portado sobre varales al estilo malagueño, fue superando la puerta de la iglesia hasta que salió totalmente a la calle. Luego reviró y comenzó a alejarse hacia la Plaza de San Pedro.Detrás del paso que porta el cuerpo sin vida de Jesucristo depositado en el Sepulcro desfiló la representación más completa y a todos los niveles de la ciudad de Almería. Iglesia, corporación municipal, corporación provincial, Agrupación de Cofradías y estamentos militares con presencia en la ciudad caminaban en riguroso silencio tras el Cristo muerto.
A continuación la cruz parroquial abría el tramo de penitentes que acompañan a la segunda de las imágenes de la hermandad, la Virgen de los Dolores. En este tramo de numerosos nazarenos desfilaban también diferentes insignias como el estandarte de la Virgen, la bacalá o el negro simpecado de la cofradía, además de las mantillas. Así mismo, en la presidencia, desfiló una representación de la Hermandad del Encuentro, hermanada con esta del Santo Sepulcro.
El aroma a incienso volvió a perfumar la calle Ricardos y Almería supo que la Virgen de los Dolores estaba a punto de salir del templo. La voz de Ramón Viciana se escuchaba en el interior del templo y su cuadrilla respondía a sus ordenes meciendo con mimo a la Virgen de los Dolores para llevarla hasta la puerta lateral por la que ya había salido la práctica totalidad del cortejo.
La Señora salió a la calle y la Banda Municipal de Almería interpretó el himno de España para, a continuación comenzar a desgranar un amplio repertorio de marchas fúnebres cofrades tan maravillosas como Amargura o Virgen del Valle.
La comitiva subió por la calle Real, que aparecía con gran cantidad de público, y tomaba Lope de Vega como alternativa lógica a la calle Mariana, imposible de transitar por el andamiaje instalado con motivo de las obras que se realizan en la Plaza Vieja. Pero al llegar a la confluencia con Beatriz de Silva, el cortejo tomo esta última para poder entrar en la plaza de la Catedral como han hecho siempre desde la calle Cervantes.
Miles de almerienses aguardaban a la hermandad en la plaza y la Catedral les recibía con las puertas abiertas. Sin embargo, el cortejo estuvo detenido unos minutos ante la fachada principal debido al adelanto horario que acumularon en su discurrir. A las nueve tenía que entrar el cortejo en el templo y, a las ocho y media, ya estaba la Cruz de guía bajo el dintel de la fachada principal.
Por fin llegó el momento y la hermandad entró en el primer templo de la Diócesis a realizar su Estación Penitencial. Los dos pasos sortearon la fachada y, en el interior, dio comienzo el acto penitencial en la más absoluta intimidad. Almería se quedó esperando fuera hasta que, pasados unos minutos, la Cruz de Guía volvía a aparecer en la puerta anunciando que el cortejo se disponía a continuar con su desfile por las calles de la ciudad. El Entierro bajó por Eduardo Pérez y Real para pasar por la puerta de Santo Domingo, donde la Virgen del Mar también lloraba la muerte de Jesús. Luego el cortejo llegó al Paseo cuando las agujas del reloj marcaban las diez y media de la noche.
Alfonso XIII otorgó a esta Hermandad el privilegio de ser la Cofradía Oficial de nuestra Semana Santa y la actual Junta de Gobierno, siguiendo el trabajo de las anteriores, está realizando un gran trabajo para mantener el boato que implica tal distinción. En la actualidad, el desfile procesional de la hermandad del Santo Sepulcro ofrece una imagen tan sobria pero, a la vez, tan elegante y majestuosa, que se pone de manifiesto su relevancia de una manera sobresaliente.
El cortejo desfiló con total solemnidad ante las gradas de la Tribuna Oficial. Y Almería respondió con la misma actitud ante la imagen del Cristo Yacente. No era para menos, Almería manifestaba su profunda devoción y religiosidad en el lugar elegido como tramo oficial de nuestra Semana Santa, donde toda Almería se reúne.
Tras pasar por el Paseo, la comitiva volvió a entrar en la calle Ricardos, donde la Iglesia de San Pedro les aguardaba. Poco a poco fueron entrando de nuevo al interior del templo y se puso fin a la Estación de Penitencia de este año, en la que la Hermandad del Santo Sepulcro ha vuelto a poner de manifiesto que es una cofradía grande por méritos propios.
Información obtenida en: http://www.ideal.es/almeria/v/20100404

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