LA LLAMADA DE LAS IMÁGENES A LA CONVERSIÓN (A las Hermandaddes y Cofradías)


LA LLAMADA DE LAS IMÁGENES A LA CONVERSIÓN (A las Hermandaddes y Cofradías)

La Cuaresma nos coloca ante el ascenso penitencial a la Pascua, para que su celebración, tal como canta el prefacio cuaresmal, nos llene con el gozo de habernos purificado “dedicados con una mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno”. Hermoso programa para un tiempo de crisis social y religiosa, cuando la solidaridad con el prójimo y el amor fraterno ha de ser resultado de una profunda conversión del corazón mediante el desapego a los bienes de este mundo que pasa y la búsqueda de los valores eternos.

1. El ayuno que a Dios agrada

Invito a leer con atención el mensaje del Papa Benedcito XVI para la Cuaresma, centrado este año en el valor religioso del ayuno, más allá de la simple utilidad de la higiene dietética y del utilitarismo que al ayuno se le pueda sacar siempre, pero particularmente en tiempo de crisis. El ayuno representa la contundente afirmación de que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4), como respondió Jesús al Tentador, recordándole la advertencia del Deuteronomio a propósito del hambre padecida por los israelitas en la travesía del desierto hacia la patria prometida. Representa además el ayuno la toma clara de conciencia de la insuficiencia de los bienes y la insatisfacción del consumo desmesurado cuando el prójimo padece hambre. Finalmente, el ayuno representa el triunfo de la fraternidad contra el egoísmo del consumista, que no llega nunca a satisfacer sus ansiedades; porque el ayuno que a Dios agrada es éste: “partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne”, porque, si esto haces, “entonces nacerá tu luz como la aurora y te brotará la carne sana” (Isaías 58,7) En definitiva, el valor religioso del ayuno consiste en ser la señal de la relatividad de todo lo humano frente a la permanencia de Dios y el valor trascendente de la vida del prójimo percibida como revelación de la fraternidad que une a todos los hombres.

Sin embargo, a veces pareciera que los cristianos estamos de espalda a esta honda verdad religiosa del ayuno. La Semana Santa se diluye en ocasiones en el esplendor que ampara los desfiles procesionales y el aire festivo que los acompaña. Se diría que falta austeridad en la compostura y sobriedad en el consumo, sin los cuales es difícil percibir el significado religioso de las celebraciones pascuales. No se trata de restar esplendor a la belleza de la ornamentación que sirve a la representación de los misterios de la fe, sino de acompañar los desfiles con el fervor religioso que genera la contrición de los pecados y se expresa en la privación voluntaria del ayuno, para que la palabra de Dios resuene en el interior de los creyentes y golpee la conciencia de los alejados atrayéndolos a la fe.

2. Volver sobre el alcance ético de las celebraciones de Semana Santa

Hemos reflexionado años atrás sobre el valor de catequesis que encierran los desfiles procesionales, en su valor como muestra de plástica religiosa, transidos de la belleza de la fe que ha captado y plasma el misterio de la muerte redentora de Cristo y del dolor de su santísima Madre. Cumple que prolonguemos la reflexión sobre el alcance ético de las celebraciones de Semana Santa, que, si son vividas con fe, ayudan a quienes nos contemplan a medir el alcance moral de nuestras acciones, siempre enraizadas, por lo demás, en un corazón ineludiblemente pecador. Doctrina y moral católica van parejas, son inseparables la una de la otra en recíproca referencia. Urge, por esto, revisar si determinados comportamientos personales y sociales se compadecen con la piedad popular, que puede atraer como espectáculo dramático, pero que no cumple con el objetivo de provocar la conversión y transformar la vida de cuantos celebran y contemplan la escenificación de la historia de la salvación en las imágenes de la Semana Santa.

Es verdad que la escenificación de la obra redentora de Cristo y los dolores de María son, antes que nada, manifestación de la fe creída y profesada; y es verdad, además, que en esta escenificación plástica de las imágenes se trata del culto a Cristo y a la Virgen María y, por eso, de la glorificación de Dios creador y redentor del hombre. Con todo, no se da verdadero culto a Dios, como dejó dicho Jesús, si no se tiene en cuenta que “Dios es espíritu y quienes le dan culto han de adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4,24). Por eso san Pablo dirá, siguiendo a Jesús, que los cristianos han de “ofrecer sus cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios”, precisando que “tal será vuestro culto espiritual”, exhortándoles a “no acomodarse al mundo presente, antes bien a dejarse transformar mediante la renovación de vuestra mente, a fin de poder distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rom 12, 1-3).

En este año jubilar paulino, a los dos mil años del nacimiento del gran Apóstol de las naciones, sigue impactando la vivencia mística que san Pablo tuvo del misterio pascual de Cristo. La configuración con Cristo es para Pablo místico amoldamiento, que acontece por el bautismo, a la muerte y resurrección de Jesús. De esta suerte, dice a sus comunidades que “los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias” (Efesios 5,24), hasta dar muerte al hombre viejo en sí mismos y haber renacido místicamente al “Hombre Nuevo, creado según Dios en la justicia y la santidad de la verdad” (Efesios 4,24).

Nada puede ser tan eficazmente testimonial como la coherencia de fe y obras. Es esta coherencia la que puede dar consistencia a las manifestaciones de la piedad popular que quieren ser siempre testimonio vivo de cuanto alberga en corazón creyente. El verdadero creyente en Cristo funda la coherencia de una vida cristiana en la verdad revelada y profesada con fe viva, la fe que obra por la caridad, no en el mero sentimiento religioso. Éste, ciertamente, es importante porque es un signo de la fe que abre al misterio que el corazón intuye y percibe, pero por sí sólo no alcanza el verdadero objeto de la fe: el misterio de Dios revelado en Jesucristo. De aquí que el corazón verdaderamente moldeado por la piedad auténticamente cristiana no opone el sentimiento religioso a la práctica de los sacramentos de la Iglesia. Muy, por el contrario, vive la vida de piedad como preparación y prolongación de los sacramentos que comunican la gracia y la salvación.

3. Las imágenes, oportunidad de purificación y gracia

Al volver de nuevo los ojos hacia las imágenes de la redención en la Semana Santa, nada puede ayudarnos más a vivir mejor el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo que la purificación de los ojos, de la mente y del corazón para contemplar en las imágenes la revelación del amor de Dios. Las imágenes de Semana Santa interpelan nuestra conciencia cristiana y demandan de nosotros una respuesta. Nos revelan el misterio de la fe y nos preguntan por su vivencia, reclaman coherencia, una práctica ética de la vida que permita a los que nos contemplan concluir que nuestra vida es verdaderamente moral.

La Cuaresma nos abre a la contemplación de las imágenes sagradas, compromiso y tarea de los cofrades en singular medida, si bien compromiso y tarea de todos los bautizados. Mas, para que la contemplación de las imágenes surta su efecto sanador, es preciso un ayuno del materialismo consumista, ahora recortado por la crisis social, que incluye una cierta abstinencia de alimentos, pero sobre todo de pasiones malsanas y apetencias egoístas, que ignoran el dolor del Crucificado. Un dolor que le fue inflingido al Redentor por la soberbia del hombre autosuficiente y pecador. Para que su amor nos alcance necesitamos de la penitencia y la conversión, porque sólo ellas disponen a una profunda cura de humildad, que arranca de los ojos el velo cegador del pecado. Ojala que la Cuaresma que comenzamos cumpla su benéfico efecto en cada bautizado.

Deseo a los cofrades de nuestras hermandades y cofradías, y a todos los fieles cristianos en general, una santa vivencia de la Cuaresma que nos aboque a la Pascua con el gozo de la purificación lograda.

Almería, a 25 de febrero de 2009

Miércoles de Ceniza

+ Adolfo González Montes
Obispo de Almería


Fuente: Obispado de Almería

CONCIERTO DE MUSICA EN LA S.A.I.CATEDRAL DE ALMERIA



El sábado 21 de Marzo en la S.A.I.CATEDRAL DE ALMERÍA tuvimos el gran placer de escuchar al CORO CIUDAD DE ALMERÍA bajo la direccion de José Arzundendi y al CORO CIUDAD DE GRANADA bajo la direccion de Jorge Rodriguez, que acariciaban una y otra vez el aire con sus impulsos musicales, con cada nota sacudida en el aire, haciendo unir sus voces para darnos un recital en el tiempo presente y discurrió del pasado al futuro, digno de ellos, como preámbulo de la Semana Santa.

Nuestra Hermandad tuvo el honor de poder unirlos para este evento. Hubo una gran afluencia de publico, que quedo encantado y emocionado con el evento ya que las notas melodicas del Requien resonaron en el interior del templo, finalizando el acto con el Pater Noster de Tchaikovsky que puso al publico en pie aplaudiendo emocionados.
El acto fue presentado por el Hermano Mayor de la Hermandad y al final del mismo como agradecimiento se entregaron sendos ramos de flores por parte de la Camarera Mayor y de la Secretaria de la Hermandad a los dos directores, D. José Arzunmendi por el Coro Ciudad de Almeria
y a D. Jorge Rodríguez del Coro Ciudad de Granada.








Reseña sobre HERBERT HOWELLS

Herbert Howells (Compositor, Arreglista): 17 de octubre de 1892 - Lydney, Gloucestershire, Inglaterra. Murió: 23 de febrero de 1983 - Londres, Inglaterra

Herbert Norman Howells, fue un compositor, organista y maestro Fue el más joven de seis niños nacidos de Oliver y Elizabeth Howells.. Su padre era un aficionado organista, y Herbert mismo mostró promesa musical tempranaEstudió primero con Herbert Brewer en la Catedral de Gloucester, articulado como un alumno junto Ivor Novello y Ivor Gurney, la célebre canción Inglés-escritor y poeta, con quien se convirtió en grandes amigos.
En 1915 Herbert Howells fue diagnosticado de enfermedad de Graves-y de seis meses de vida. Dado que los médicos creían que era una oportunidad que vale la pena en un tratamiento no probado previamente, se convirtió en la primera persona en el país para recibir tratamiento de radio.
Fue organista asistente en la Catedral de Salisbury en 1917, a pesar de su grave enfermedad ; más tarde se desempeñó como organista actuando de St John's College de Cambridge durante la Segunda Guerra Mundial.

En su década de 1920 y 1930 de Herbert Howells', su composición se centraron principalmente en la música de cámara y orquesta, entre ellos dos conciertos para piano. La hostil recepción de estas obras en 1925.
Howells' silencio las actividades de composición casi diez años. Un nuevo golpe llegó con la muerte de su hijo, Michael, de la poliomielitis en 1935, que afectó profundamente Howells. Howells, tanto él como su música nunca más fueron las mismas después de este periodo de su vida.
Aunque no es un cristiano ortodoxo, se vio cada vez más identificado con la composición de música religiosa, especialmente el Hymnus Paradisi para coro y orquesta. Este composicion fue después de la muerte de su hijo , pero la ejecución no se produjo hasta el año 1950, ante la insistencia (de acuerdo con Howells' por cuenta propia), de su íntimo amigo y mentor de Ralph Vaughan Williams. Incorpora los pasajes a partir de la primer Requiem no acompañados, iniciada antes de la muerte de Michael, pero no publicada pero no publicada hasta 1981 , con una dedicación a su memoria.
Una vez más, esta vida privada de dolor se mantuvo en el cajón de su escritorio durante cuarenta años antes de que lo presentara para su publicación.
Hymnus paradisi fue el primero de los cuatro grandes composiciones para coral.
Missa Sabrinensis está en la misma escala, en términos de longitud y las fuerzas necesarias, como la Missa Solemnis de Beethoven, mientras que un puntaje Inglés Esta Misa es significativamente menor para las fuerzas, se realiza prácticamente en su totalidad en Inglés, y sigue la tradición anglicana de colocar la última Gloria .
Herbert Howells es especialmente conocido por su gran producción de la iglesia anglicana de música.
Otros dos himnos por la Paz de Jerusalén son similares en estilo y belleza.
Howells organizó su primer movimiento, King's Herald, para orquesta completa para la coronación del rey George VI en 1937.
En etapas posteriores de la vida Herbert Howells se otorgó un doctorado honorario de la Universidad de Cambridge, y se hizo un Compañero de Honor Fue padrino de la violonchelista Julian Lloyd Webber. Su hija Úrsula (1922-2005) fue una actriz.