EL SÁBADO SANTO Y EL DESCENSO A LOS INFIERNOS DE CRISTO (9)

Viernes Santo 2009.
Real y Muy Ilustre Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores.
Almería.
Fotografía: D. Felipe Ortiz.
EL SÁBADO SANTO Y EL DESCENSO A LOS INFIERNOS DE CRISTO (9)
“El descenso a los infiernos forma parte de cuanto se contiene en la afirmación de que Cristo "fue sepultado". En efecto, así como la sepultura manifiesta la condición del cuerpo sin vida, el descenso a los infiernos manifiesta que el alma de Cristo ha penetrado verdaderamente en ese misterio que se designa con la expresión "reino de los muertos". Jesús está muerto verdaderamente durante tres días: la muerte le ha afectado en toda su humanidad, en el cuerpo y en el alma, en la forma en que afecta a todo hombre que muere. La Iglesia confiesa que el alma humana es inmortal, es decir, que el espíritu humano pervive después de la muerte. Ello no quiere decir, sin embargo, que la muerte no “afecte” también gravemente al alma. Incluso hablando en lenguaje clásico es necesario decir que, separada del cuerpo, del cual ella es esencialmente su forma, el alma tras la muerte queda en estado “contra naturam”. Jesús, durante esos tres días, se encuentra entre los muertos".
“Refiriéndose a la resurrección del Señor, el Nuevo Testamento utilizará con frecuencia la fórmula "resucitar de entre los muertos". Observó las leyes de la muerte para llegar a ser “primogénito de los muertos". Mirando a fondo la tradición bíblica y teológica, el descenso a los infiernos es también expresión de la regia soberanía de Cristo sobre la muerte y sobre los muertos. De ahí que generalmente la teología haya considerado que, en este descenso, Jesús aporta la redención a los justos que ya habían muerto, es decir, que les aplica la redención con su bajada a los infiernos. De este modo Cristo es el «primogénito de entre los muertos», pues estuvo «muerto pero ahora está vivo por los siglos» tras haber resucitado, teniendo «las llaves de la muerte y del hades» (Col 1,18; Ap 1,18). Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los muertos y de los vivos. Es Señor de toda realidad de muerte, vencedor y libertador del demonio y del pecado”.
“Ha sido habitual en la exégesis la interpretación de que en su "descenso a los infiernos" tuvo por fin el liberar las almas de los justos que esperaban el santo advenimiento, siguiendo el difícil texto de 1Pet 3,18-19. Los Santos Padres destacan el carácter voluntario de este descenso: bajó libremente, sin que la muerte lo retuviera. Santo Tomás apunta entre otras razones que era conveniente que Jesús descendiese a los infiernos, para que, "vencido el Maligno por la Pasión, arrebatase los presos que había detenidos en el infierno", y para que "así como demostró en la tierra su poder viviendo y muriendo, así también lo mostrase en el infierno, visitándolo e iluminándolo (...). Y así al nombre de Jesús “se doblase toda rodilla, no sólo en el cielo, sino también en el infierno” (cfr Fil., 2, 10)"14.
14 Sto. Tomás de Aquino, STh III, q. 52, a. 1.
Dr. Enrique Cases
Sacerdote

Información obtenida en: http://www.teologiaparavivir.net/

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