EL SÁBADO SANTO Y EL DESCENSO A LOS INFIERNOS DE CRISTO (6)

Viernes de Dolores año 2009.
Parroquia de San Pedro Apóstol. Almería.
Fotografía: D. Guillermo Méndez.
EL SÁBADO SANTO Y EL DESCENSO A LOS INFIERNOS DE CRISTO (6).
Desde este punto de vista se puede entender mejor el Sábado Santo de la Virgen María. No es entendible solamente desde la experiencia de la madre que pierde el hijo inocente estando presente en el suplicio injusto y lo tiene muerto entre sus brazos. Ella está realmente unida a su Hijo y experimenta la muerte, no sólo su muerte, sino una soledad mortal estando viva. Su fe es de noche más noche que la “noche oscura del alma” cantada por San Juan de la Cruz. Es la noche de la muerte, creyendo contra toda esperanza humana. “En esa condición de hombre verdadero sufrió enteramente la suerte del hombre, hasta la muerte, a la que habitualmente sigue la sepultura, al menos en el mundo cultural y religioso en el que se insertó y vivió. La sepultura de Cristo es, pues, objeto de nuestra fe en cuanto nos propone de nuevo su misterio de Hijo de Dios que se hizo hombre y llegó hasta el extremo del acontecer humano”7.
El cuerpo muerto de Cristo no sufrió corrupción en el sepulcro. La sepultura de Cristo es consecuencia y complemento de su muerte y, por lo tanto, tiene también carácter salvífico. “El sepulcro es la última etapa del morir de Cristo en el curso de su vida terrena; es signo de su sacrificio supremo por nosotros y por nuestra salvación”8.
“El inciso "descendió a los infiernos" no se introduce en el Símbolo hasta finales del siglo IV. En el siglo XIII dos concilios ecuménicos mencionan solemnemente el "descendimiento a los infiernos" y en el concilio IV de Letrán se puntualiza que "bajó en el alma y resucitó en la carne. Jesús desciende al infierno y va solo el alma de Cristo, separada del cuerpo, porque estaba muerto”9.
“El Señor baja a las profundidades del abismo y esta ida al sheol es un acontecimiento salvífico. Sería un error grave interpretar este hecho diciendo que Cristo, al bajar al Hades ha vaciado el infierno y ha salvado ya a todos los hombres de todos los tiempos. El Señor se muestra a todos los muertos y desde allí es glorificado y hecho Señor de cielo e infierno. Antes de la resurrección no puede haber infierno ni purgatorio ni se encuentra abierto el camino del cielo. Solo existe el sheol, el Hades. El alma de Jesús se encuentra entonces en el sheol junto a las almas de todos los hombres muertos antes de esa hora. Desde allí Él, vencedor de la muerte en su resurrección, va a abrir el camino que ya podrán seguir todos aquellos que en su vida terrena se dejaron guiar por Dios, todas las almas de aquellos que habían muerto deseando ver su venida”10.

7 Juan Pablo II, Audiencia General , Vaticano, 11.01.1989
8 Juan Pablo II, Via Crucis 14, Coliseo – Roma, 21.04.2000.
9 Anónimo actual
10 Ibid.
Dr. Enrique Cases
Sacerdote
Información obtenida en: http://www.teologiaparavivir.net/

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