y Nuestra Señora de los Dolores.
Viernes Santo 2009.
Fotografía: D. Felipe Ortiz.
EL SÁBADO SANTO Y EL DESCENSO A LOS INFIERNOS DE CRISTO (7)
“Cuando, en el tiempo de la paciencia, Dios había dejado pasar los pecados, su tolerancia no consistía en dejar impunes esos pecados, sino en no realizar todavía la redención. Su fin era manifestar totalmente esa justicia en Jesús. En ese tiempo de paciencia Dios ha dejado pasar los pecados, no ya absteniéndose de castigarlos y reservando un castigo ulterior, sino absteniéndose de borrarlos con miras a un perdón que no tendría lugar sino en Cristo. El amor salvífico retardaba su despliegue pero habiendo predeterminado ya todo en Cristo”11.
San Pedro en el discurso recogido en los Hechos cita parte del Salmo 15, como referido a Cristo: “Tenía siempre al Señor ante mis ojos…porque no dejarás a mi alma permanecer en el infierno, ni dejaras que tu Santo vea la corrupción” (Act 2, 27-31). San Pablo escribe:” pero la justicia que viene de la fe dice ‘No digas en tu corazón ¿Quién subirá al cielo?’ –esto es, para bajar a Cristo-; o ‘¿quién bajará al abismo?’ –esto es para subir a Cristo desde los muertos” ( Rom 10, 6-7). En su primera epístola, ya citada, podemos leer “Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los tiempos en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas fueron salvadas a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva... (1 Pe 3,1.18ss) Por eso, “hasta a los muertos se ha anunciado la Buena Nueva, para que, condenados en carne según los hombres, vivan en espíritu según Dios” (1 Pe 4, 61 ).
11 Jean Galot. Jesús, liberador, Centro de Estudios de teología espiritual, Madrid. 1982, p. 18
“Cuando, en el tiempo de la paciencia, Dios había dejado pasar los pecados, su tolerancia no consistía en dejar impunes esos pecados, sino en no realizar todavía la redención. Su fin era manifestar totalmente esa justicia en Jesús. En ese tiempo de paciencia Dios ha dejado pasar los pecados, no ya absteniéndose de castigarlos y reservando un castigo ulterior, sino absteniéndose de borrarlos con miras a un perdón que no tendría lugar sino en Cristo. El amor salvífico retardaba su despliegue pero habiendo predeterminado ya todo en Cristo”11.
San Pedro en el discurso recogido en los Hechos cita parte del Salmo 15, como referido a Cristo: “Tenía siempre al Señor ante mis ojos…porque no dejarás a mi alma permanecer en el infierno, ni dejaras que tu Santo vea la corrupción” (Act 2, 27-31). San Pablo escribe:” pero la justicia que viene de la fe dice ‘No digas en tu corazón ¿Quién subirá al cielo?’ –esto es, para bajar a Cristo-; o ‘¿quién bajará al abismo?’ –esto es para subir a Cristo desde los muertos” ( Rom 10, 6-7). En su primera epístola, ya citada, podemos leer “Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los tiempos en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas fueron salvadas a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva... (1 Pe 3,1.18ss) Por eso, “hasta a los muertos se ha anunciado la Buena Nueva, para que, condenados en carne según los hombres, vivan en espíritu según Dios” (1 Pe 4, 61 ).
11 Jean Galot. Jesús, liberador, Centro de Estudios de teología espiritual, Madrid. 1982, p. 18
Dr. Enrique Cases
Sacerdote
Información obtenida en: http://www.teologiaparavivir.net/
No hay comentarios:
Publicar un comentario